La DA es una enfermedad multifactorial o sea que depende de la interacción de diversas causas, estas son:
  • Factores genéticos
    Predisposición de cada persona.

  • Ambientales
    Alérgenos ambientales, contaminación, uso de productos irritantes sobre la piel.

  • Defectos en la función barrera de la piel
    Aumento de la permeabilidad de la misma a los factores irritantes y alérgenos.

  • Una serie de alteraciones inmunológicas
    Que favorecen respuestas exageradas e inadecuadas a estas sustancias ambientales o a diferentes gérmenes.

La DA es considerada una enfermedad con base genética o heredable. Un gran porcentaje de los pacientes con Dermatitis Atópica tienen antecedentes familiares de DA u otras enfermedades atópicas como asma, rinitis o alergias alimentarias.

La piel tiene en su superficie una barrera de defensa, denominada "Barrera Cutánea", formada por diferentes componentes, entre ellos diversas proteínas, colesterol, ceramidas y ácidos grasos.

La alteración de los genes que tienen la información para la producción de estos componentes hace que la formación de la barrera cutánea esté alterada y sea poco efectiva, en los pacientes atópicos, produciendo una disfunción de esta barrera natural y permitiendo un aumento de su permeabilidad a agentes irritantes ambientales, a gérmenes y a diversos alergenos.

Por otro lado, los genes que que regulan las respuestas inmunológicas, de defensa de la piel, también pueden estar alterados, favoreciendo respuestas exageradas ante estos estímulos que han logrado atravesar la barrera cutánea, esto lleva a que se produzca un exceso de inflamación en la piel y la aparición de eczemas.

No todos los pacientes genéticamente predispuestos desarrollan la enfermedad. Esto es debido a que para que se presente la misma, es necesaria la presencia de un gatillo o desencadenante.

Se han identificado los vínculos entre diversas situaciones del entorno en el que vive una persona, de sus hábitos y el riesgo de desarrollar DA.

Por ejemplo:

Las temperaturas extremas o cambios bruscos de temperatura no son bien tolerados por quienes sufren DA.

La humedad elevada y otras situaciones que aumenten el sudor, puede ocasionar picazón y aparición o empeoramiento de los eczemas.

Por otro lado, la baja humedad ambiental y el frío secan la piel y producen mayor alteración en la permeabilidad de la misma, a los alérgenos e irritantes ambientales.

Ciertas épocas del año, especialmente otoño y primavera, donde aumenta la presencia de aeroalergenos también impactan en el desarrollo de los eczemas y aparición de los síntomas de la enfermedad.

El uso de productos de higiene y cuidado de la piel con perfumes, pH inadecuado o ciertos surfactantes, también favorecen la aparición de los mismos.

Algunos pacientes con DA reconocen la relación entre situaciones emocionales y los brotes de su enfermedad. La piel es el órgano de expresión por excelencia. A través de ella nos relacionamos y mostramos nuestros sentimientos por lo que es esperable que cualquier enfermedad que la afecte tenga repercusión en nuestro bienestar.

Por otro lado, el impacto de la DA en la calidad de vida de quienes la padecen, las alteraciones en el ritmo del sueño debidas especialmente a la picazón constante, las dificultades de concentración para realizar tareas cotidianas, trabajar o estudiar, impactan en forma muy importante el la evolución de esta enfermedad.

Existe una asociación demostrada entre la DA moderada a grave y el riesgo de padecer trastornos emocionales como ansiedad, depresión, alteración de la autoestima, así como dificultades de atención e hiperactividad e incluso ideación suicida.

Este impacto negativo puede observarse en todas las etapas de la vida, en los pacientes adultos, puede afectar las relaciones interpersonales y la vida sexual. La influencia negativa es proporcional a la gravedad y extensión de las lesiones, la intensidad de la picazón y cómo ésta interfiere en el descanso nocturno.

Los adultos atópicos sufren más frecuentemente alteraciones del sueño, y en consecuencia presentan mucho más cansancio y somnolencia diurna que la población general, esto se ve reflejado en su rendimiento laboral y su capacidad de concentración.

Otros factores como la afectación en zonas visibles o genitales son predictores de mayor impacto de la enfermedad a nivel de la vida personal.

Para quienes sufren DA el ejercicio frecuentemente resulta en sudor que causa picazón. Se debe usar ropa ligera, en lo posible de algodón para reducir el exceso de calor y se debe limitar el ejercicio intenso durante los brotes.

Pero es necesario mantener un ritmo de vida saludable, evitar el sedentarismo y el aislamiento social, ya que ellos perjudican aún más la evolución de la enfermedad.

La clave está en encontrar el deporte adecuado y adaptar las condiciones ambientales y la vestimenta a esta situación particular de la piel.

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